La dislexia, una dificultad en la lectura, la escritura y el aprendizaje es un problema que aqueja a una parte importante de la población estudiantil. El sistema educativo público no tiene respuestas efectivas para los alumnos que la padecen, lo que agrava su situación académica y hasta pone en jaque su autoestima y su futuro.
Marisa Arzuaga es docente y sicopedagoga y se especializa en el tratamiento de niños disléxicos. Desarrolla su trabajo en Emboscada, donde afirma que existe una gran cantidad de chicos con esta dificultad, muchos de los cuales tienen serios problemas de aprendizaje, los que van aparejados además a problemas de relacionamiento.
“La dislexia es una dificultad para escribir y leer. Pero los niños que la padecen pueden superarla con el tratamiento adecuado. A veces se piensa que los niños disléxicos tienen un retardo, pero la verdad es que este problema no tiene nada que ver con la inteligencia. Este problema causa también timidez, baja autoestima o incluso desarrolla la agresividad del chico”, explica la experta.
Para Arzuaga, en Paraguay existe un serio problema de falta de atención a la dislexia, especialmente cuando el alumno es de escasos recursos y asiste a una escuela pública, y más aún cuando vive en el interior del país. “No hay sicopedagogas para las escuelas públicas.
El niño que nace en cuna de oro en Paraguay tiene la posibilidad de un tratamiento, que suele ser costoso. Pero si no es el caso, derivarán al niño al Inpro (ubicado en Fernando de la Mora) y a veces la familia no tiene ni para el pasaje o va una o dos veces al mes, lo que no sirve para avanzar”, afirmó.
Cómo superar el problema
Para la especialista, según el grado de dificultad que presente el niño, el problema se puede superar en un año o dos. El método que ella utiliza es el “gestual”, que combina el aprendizaje de las letras con gestos del cuerpo y juegos de atención. “Se comienza de lo más simple, con las vocales. Luego van uniendo las letras, formando sílabas y luego las palabras. Hay libros de ejercicios especialmente preparados para ellos”, indicó.
Para trabajar, cada niño cuenta con una pizarra individual, y letras móviles. Todos esos recursos son inaccesibles en las escuelas públicas. Pero además de trabajar con los niños, se debe trabajar con los docentes que están en aula con ellos y con sus padres.
La sicopedagoga explica que los profesores deben comprender que el niño disléxico no tiene problemas de inteligencia y que debe ser evaluado de manera diferente. “Por ejemplo, en un examen de historia, el docente lo que evalúa es la escritura y entonces reprueba al alumno. Pero si la evaluación fuera oral sería diferente, porque el alumno demostraría lo que realmente sabe”, indicó.
Analfabetos en la escuela
Arzuaga afirma que el niño disléxico que está en la escuela está abandonado. “Son analfabetos que están en la escuela. Llegan a la secundaria y probablemente abandonan la escuela. Tienen autoestima baja, repiten. Yo siempre digo que estos son niños secuestrados porque les falta la educación”.
Sin apoyo
Arzuaga es uruguaya de nacimiento y vivió varios años en Chile. Por su experiencia en el exterior sabe que en otros países de la región los niños con problemas de dislexia reciben apoyo profesional proveído por el Estado, sin costo para sus familias. En Chile, cuenta, existe un sicopedagogo por cada tres escuelas y en Argentina hay centros a los cuales los alumnos de las escuelas públicas concurren para recibir el apoyo que necesitan.
“Mi sueño es poder brindar ese apoyo en Emboscada, donde yo vivo, a cien niños; o si pudiera en dos turnos a doscientos niños”, cuenta la sicopedagoga. Hace cuatro años tiene un proyecto elaborado para lograr este sueño con alumnos de las escuelas Andrés Ferreira y San Vicente, sin que las instituciones a las que recurrió hayan respondido. Con esa intención buscó la ayuda de la Gobernación de Cordillera, la Municipalidad de Emboscada, el Ministerio de Educación y sus diferentes dependencias. Inclusive recurrió a Unicef.
Y aunque todos ponderan su proyecto, a la hora a financiarlo, el interés se diluye.
FUENTE: http://www.espaciologopedico.com/noticias/detalle.php?Id=2805
La diferencia como valor social.