lunes, 4 de octubre de 2010

Saber cuál es la causa es básica. Experto plantea que antes de medicar, hay que probar estrategias.

Marcia Franque:
http://www.mercuriovalpo.cl/prontus4_noticias/antialone.html?page=http://www.mercuriovalpo.cl/prontus4_noticias/site/artic/20070926/pags/20070926000022.html

Carlitos es el típico niño desordenado de la clase. Tiene nueve años y cursa el tercer año básico. En su colegio las anotaciones en el libro ya no dan abasto y el apoderado semanalmente es llamado por el profesor para recibir quejas.


La conducta de este pequeño es lo que algunos expertos calificarían como un niño "inquieto" y otros hasta "hiperactivos".

Para el doctor Carlos Wernicke, médico, siquiatra infantil y docente, lo primero que hay que entender es que este tipo de comportamiento "está relacionado con factores de índole ambiental y socio-relacional".

"La moda es creer que se trata de una enfermedad y entonces llevarlos a profesionales, diagnosticarlos y encima, para peor, medicarlo", dice el doctor, quien agrega que se debería apelar a una serie de estrategias. Primero en casa, para tratar de tranquilizar el ambiente y, con ello, tranquilizar al niño.

"En este caso, hay que ayudarlo, por ejemplo, con sicoterapia, sicomotricidad y con orientación para los padres.

Cuando todo eso ha sido inútil, entonces pensemos en medicamentos", precisa el especialista, quien insiste en que la mayoría de las veces, la razón de la hiperactividad tiene una base es social-sicológica.

"Donde yo no veo que haya una solución sería en ir directamente a un neurólogo para que medique" afirma.

Alimentos influyen

Por su parte, el sicólogo viñamarino Andrés Moltedo, sostiene que hay cierto tipo de alimentos que favorece la hiperactividad en los niños como el chocolate, la coca cola y ciertos colorantes.

En su opinión, otro factor que incide en este tipo de conductas, es la relación madre-hijo, referida a aquellas que no han sido capaces de establecer los límites y normas a tiempo.

"Una situación parecida ocurre con las madres o padres que trabajan y llegan tarde a casa, pues en los pocos momentos que comparten con ellos no son capaces de colocar límites. Entonces los niños hacen lo que quieren", precisa el sicólogo, quien advierte que nunca es tarde para establecer las normas a los hijos. Junto con ello, Moltedo aclara que, cuando hay más hermanos, el mostrarse inquieto puede incluso ser una forma de llamar la atención. Por ello, el profesional enfatiza que lo importante es conocer a nuestro hijo y descubrir cuáles son sus motivaciones para ser inquieto.

"En algunos casos podrá haber una base neurológica, pero también pueden existir otras razones, por ello, lo primero es ver por qué se produce y buscar apoyo adecuado", concluye Moltedo.
 

La diferencia como valor social.

Ausencias típicas

Ausencias típicas




Es un término frecuentemente dado a episodios de ausencias, más comúnmente llamados "crisis de ausencias". Es una alteración breve (generalmente menos de 15 segundos) de la función cerebral debido a la actividad eléctrica anormal en el cerebro.

Las ausencias típicas son más comunes en personas menores de 20 años, generalmente en niños entre los 6 y 12 años. Pueden presentarse como el único tipo de crisis epiléptica, pero también pueden suceder junto con otros tipos de crisis como las convulsiones tonicoclónicas generalizadas (también llamadas epilepsia mayor), las fasciculaciones o los espasmos musculares (mioclonía) o la pérdida súbita de la fuerza muscular (crisis atónicas).

Para mayor información, ver:
Epilepsia
Crisis epilépticas (convulsiones)
Convulsión tonicoclónica generalizada
Crisis epiléptica parcial (focal)
Síntomas

La mayoría de las ausencias típicas duran sólo unos pocos segundos y con mayor frecuencia involucran episodios de mirada fija o "ausencias".

Es posible que la persona pare o deje de hablar en medio de una frase y que comience de nuevo unos segundos más tarde. La persona normalmente no se cae y, por lo general, está bien despierta y pensando con claridad inmediatamente después de la crisis epiléptica.

Las "crisis" pueden ser poco frecuentes u ocurrir hasta cientos de veces en un día. Pueden presentarse de semanas a meses antes de que se noten y pueden interferir con el aprendizaje y el desempeño escolar. Las crisis epilépticas algunas veces se pueden tomar erróneamente como falta de atención u otro mal comportamiento. Las dificultades inexplicables en la escuela y los problemas de aprendizaje pueden ser el primer indicio de las ausencias típicas.

Los síntomas de las ausencias típicas pueden abarcar:
Cambios en la actividad muscular
ausencia de movimiento
torpeza con las manos (especialmente con crisis prolongadas)
temblor palpebral
chasquido de labios (especialmente con crisis prolongadas)
masticación (especialmente con crisis prolongadas)
Cambios en el estado de conciencia
episodios de mirada fija o ausencias (involuntarios)
falta de conciencia de los alrededores
interrupción repentina de la actividad consciente (movimiento, discurso, etc.)
en algunos casos pueden ser provocados por hiperventilación o luces destellantes
inicio abrupto de la crisis epiléptica
cada crisis o convulsión dura sólo unos segundos
recuperación completa del estado de conciencia, sin confusión
No hay recuerdo de la crisis epiléptica

Las ausencias atípicas comienzan de manera más lenta, duran más tiempo y pueden tener actividad muscular más notoria que las ausencias típicas. Por lo general, no hay recuerdos de la crisis. Los síntomas pueden abarcar:
Mirada fija involuntaria
Falta de conciencia de los alrededores
Interrupción repentina de la actividad consciente (movimiento, discurso, etc.)
Torpeza con las manos
Temblor palpebral
En algunos casos pueden ser provocados por hiperventilación
Puede haber un comienzo más lento y gradual de la crisis epiléptica
Cada episodio dura sólo segundos o minutos
La recuperación puede ser más lenta
Pueden tener período corto de confusión o comportamiento extraño
No hay recuerdo de la crisis epiléptica
Puede transformarse en un tipo diferente de crisis epiléptica (como epilepsia mayor o crisis atónica)

Para mayor información sobre el diagnóstico y el tratamiento, ver:
Epilepsia
Crisis epilépticas (convulsiones)
 
http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/article/000696.htm 

La diferencia como valor social.

El marco de referencia de la discapacidad cognitiva.

El Marco de referencia de la discapacidad cognitiva (M.R.D.C.) de Claudia Allen, ha sido utilizado en gran parte de los Estos Unidos de América, para luego extenderse por todos los países de habla inglesa, los niveles cognitivos que esta autora desarrolló, se originan de la psicología del desarrollo, basándose en el estadio sensorio motor de Jean Piaget, debido a que los pacientes con trastornos mentales y las etapas que este autor menciona presentan similitudes.



Esta autora, para poder evaluar a los pacientes y continuar así con sus investigaciones, primeramente diseñó diferentes elementos de pruebas, algunos de ellos fueron mosaicos o azulejos que los pacientes pintaban como abordaje terapéutico, los cuales no eran demasiado prácticos, no podían ser reutilizados y eran poco portátiles, e impedían además detectar en que nivel cognitivo funcionaban estos pacientes. Posteriormente a estos diferentes tipos de elementos, surge el actual  ACL-5 (Allen Cognitive Level Screen 5).

La finalidad de esta teoría a través de este instrumento de evaluación, es poder identificar la capacidad intelectual remanente de la persona, para luego proporcionar una estrategia de intervención que permita utilizarlas como base para la adaptación a su discapacidad, posibilitando que el paciente realice las actividades más convenientes.

El ACL-5 es una pieza de cuero perforada en todo su contorno, que permite evaluar al paciente en la realización de tres actividades y se utiliza mediante  cordones de cuero y una aguja, y un cordón de zapatos. Esta evaluación ha sido sometida a distintos estudios de fiabilidad y validez para su estandarización, entre estos estudios se destacan la comparación del uso del ACL, en pacientes con discapacidad y sin ella. No obstante estos estudios realizados, algunos terapeutas observaron una cierta controversia en el valor terapéutico de estos niveles, debido a que la capacidad limitada para funcionar de los pacientes con trastornos mentales persistían, por ello, se reconoció que verdaderamente era necesario establecer un modelo teórico, para mejorar el rendimiento de la actividad de las personas con trastornos mentales crónicos.

Posteriormente a este replanteamiento, surge el inventario de las tareas rutinarias (RTI), este inventario es una varolación complementaria del ACL, que fue desarrollado para el análisis de las actividades de la vida diaria.

Ante los distintos informes que los terapeutas hacían, y el mal uso de los términos tales como bajo-bajo o alto-alto, debido a las sub-divisiones de estos niveles, esta autora reconoció que era necesario desarrollar modos para cada uno de los niveles cognitivos, por lo que subdividió entonces cada nivel cognitivo en cinco modos de desempeño (ADM), entre otras herramientas de evaluación que mas adelante mencionare.

Lo que a continuación se describe, es un breve desarrollo de este marco  de referencia, cuya finalidad es permitir que el terapeuta comprenda su utilidad. El origen del Marco de referencia de la discapacidad cognitiva de claudia Allen:
 Esta teoría desarrollado por Claudia Allen (Allen, 1982,)1 y (Allen et al., 1985 y 1989) 2 a lo largo de dos décadas de observaciones intensivas e investigaciones empíricas en el campo de la psiquiatría, ha experimentado un continuo desarrollo y numerosas modificaciones desde su comienzo. El M.R.D.C. fue desarrollado para conceptuar estrategias de intervención en personas que, como resultado de una patología cerebral, no son capaces de llevar a cabo sus actividades vitales normales, es decir que posean una discapacidad cognitiva. Fue concebido para proporcionar una sólida fundamentación teórica, con el objetivo de capacitar a los terapeutas ocupacionales para una mayor comprensión de las relaciones entre la patología cerebral y las habilidades funcionales, por medio de una investigación tanto rigurosa como empírica. “Algunas enfermedades que pueden producir una discapacidad cognitiva, son: accidentes cerebrovasculares (ACV), lesiones cerebrales traumáticas, demencia, parálisis cerebral, discapacidades del desarrollo, abuso de alcohol/drogas, trastornos esquizofrénicos, trastornos afectivos primarios y Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (S.I.D.A)” (Grieve, 1995) 3.

El M.R.D.C. deriva de la neurociencia, del procesamiento de la información, de la psicología cognitiva, de la psicología biológica y de los conceptos de actividad en la literatura de la psicología biológica. No obstante, las áreas anteriormente mencionadas, este marco de referencia se sostiene también en el empirismo, debido a las numerosas investigaciones que la autora a tenido que realizar para llevar a cabo esta teoría.

   La cognición subyace a todos los comportamientos, es decir que sirve de base a toda conducta.

·         La patología cerebral altera el procesamiento cognitivo, de manera tal que puede ser observado en las actividades normales de la vida.

·         Una discapacidad cognitiva restringe la habilidad de la persona para ejecutar una acción motora. En consecuencia, estas deficiencias se manifiestan a través de dificultades en la realización de las actividades vitales normales.

·         Observando la ejecución de las tareas rutinarias elegidas por el paciente, se pueden obtener datos primarios de discapacidades cognitivas. De acuerdo a cómo el paciente ejecuta las tareas rutinarias, emergen datos relativos a la calidad del desempeño. A partir de estos, se puede hacer inferencia sobre las capacidades cognitivas (procesamiento de la información) y limitaciones del individuo.

·         La diferencia cualitativa de comportamientos en las tareas rutinarias que el Terapeuta ocupacional observa, se clasifican por jerarquía de niveles cognitivos.
       
En las patologías cerebrales, en las que se espera cierta recuperación como por ejemplo en aquellos pacientes que han sufrido traumatismos cráneo -encefálicos, la reorganización de las capacidades cognitivas sigue una secuencia jerárquica predecible. La readquisición y estabilización de los procesos ontogénicamente primarios, son necesarios para la emergencia y estabilización de los procesos de información más complejos. Contrariamente a esto, en las patologías marcadas por el deterioro, en las que no se espera recuperación, como en el caso de las personas adultas mayores que presentan cuadros demenciales, la desorganización y la falta de capacidad cognitiva generales sufren una secuencia irreversiblemente predecible.

En condiciones médicas estables o con discapacidades a largo plazo que producen limitaciones cognitivas residuales, (como a.c.v., lesiones traumáticas, discapacidades del desarrollo, demencia, esquizofrenia, entre otros) las estrategias de intervención más variables, son las compensaciones ambientales, estas compensaciones buscan igualar la deficiencia producida por la patología cerebral, modificando el ambiente de las tareas, para compensar las capacidades deficientes de procesamiento de información.

Generalidades de la disfunción cognitiva

Allen en 1985 5 definió la discapacidad cognitiva como una “restricción fisiológica o biomecánica de la capacidad de procesamiento de la información en el cerebro, que produce limitaciones observables y medibles en las conductas de las tareas rutinarias”. Ha desarrollado una teoría que se centra fundamentalmente en las inhabilidades cognitivas para desempeñar las actividades de la vida diaria, en el que una limitación en la capacidad para procesar la información, afecta notoriamente el rendimiento del individuo.

Según esta autora, la discapacidad esta causada por una situación médica que restringe la manera de funcionar del cerebro, siendo visible cuando algo anormal ocurre y puede ser detectado, en consecuencia la ejecución de la actividad puede resultar peligrosa, por lo que se requerirá de la intervención del terapeuta para asistir en la protección y seguridad del individuo.

Esta autora, ha diseñado seis niveles cognitivos que están íntimamente relacionados con los diferentes estados de la conciencia, que si bien el nivel cognitivo 0 o coma se tiene en cuenta, los niveles parten desde el nivel 1 ó el mas bajo, hasta el nivel 6 de conducta o el mas seguro, es decir que estos niveles miden desde las conductas inconscientes hasta la consciente. Como una generalidad, los niveles cognitivos de Allen comprendidos entre 1 y 2, se relacionan con patologías graves tales como, A.C.V., demencia severa, y daños cerebrales agudos como ciertos traumatismos craneales, mientras que los niveles cognitivos 3, 4 y 5 se relacionan con patologías moderadas tales como hemiplejías moderadas (como consecuencia del A.C.V.), demencia leve y moderada, y desordenes mentales graves6.

Estos niveles cognitivos miden la capacidad del individuo para aprender a adaptarse a una discapacidad, la que deberá realizarse durante la ejecución de distintas actividades, teniendo que procesar la información a través del sistema sensorial. Claudia Allen manifiesta que este sistema es un medio de aprendizaje abierto, a través de la formación de asociaciones sensitivomotoras, mediante la utilización de los modelos sensitivomotores almacenados, la intervención de nuevos modelos sensitivomotores y la especulación sobre las posibles acciones motrices.

 http://www.espaciologopedico.com/articulos2.php?Id_articulo=2126

La diferencia como valor social.